La dimensión emocional
forma parte del día a día de todos, tanto es así que con frecuencia tratamos de
expresar y compartir nuestros estados internos o sensaciones, sin saber muy
bien cómo hacerlo.
Con demasiada
frecuencia también, resultamos torpes o pobres a la hora de expresar adecuadamente los sentimientos, limitándonos
a decir estoy bien, mal, regular, o expresiones como esto me ha
afectado poco, significa mucho para mi, no me deja indiferente…
En otros casos,
somatizamos la expresión de sentimientos con explicaciones del tipo tengo un nudo en la garganta, se me
encoje el corazón, estoy paralizado....
Todas estas expresiones, lejos de
aproximarnos a la identificación del mundo de nuestras emociones, las difuminan
en vocablos ambiguos y poco precisos, que impiden tomar conciencia y expresarnos
como en verdad querríamos hacer.
De hecho, cuando una persona expresa
estar mal, puede encerrar tras de sí sentimientos tan variados como la
tristeza, la rabia, la preocupación, el enojo, la envidia, los celos, la
apatía, la desolación, la desesperanza….y al mismo tiempo una persona que dice
sentirse bien puede abrazar sentimientos de satisfacción, orgullo, alegría,
alivio, regocijo, esperanza, seguridad…
La inteligencia emocional propone la
riqueza de vocabulario a la hora de expresar cómo nos sentimos. Cuanto más
próximos estemos en la definición de un sentimiento, mejor será la conciencia
que de éste logremos, y por tanto, más probabilidad habrá de gestionarlo de
manera saludable en la relación con uno mismo y con otras personas.
Vamos a ver a continuación algunos de
los sentimientos más habituales, ahondando brevemente en su significado y
tratando que nos puedan servir para enriquecer la descripción que de ellos
hacemos en nuestra vida.
1. Tristeza:
La tristeza es uno de los
sentimientos más frecuentes, normalmente ocasionado por la pérdida de algo o de
alguien importante y significativo. Sentirse triste nos permite identificar
aquellas cosas o personas que son más importantes en
nuestra vida.
Muchas veces asociamos la tristeza
con el dolor, que en realidad tendría una connotación más física, decimos esto me duele o me hiere, simbolizando la tristeza con la
aparición de una herida, generalmente localizada en el corazón y que tiene la
particularidad de sangrar y manifestarse a través del llanto.
Reconocer el sentimiento de tristeza,
más allá de mostrarnos nuestra propia vulnerabilidad y desvalimiento al
constatar la pérdida de algo querido, puede ayudarnos a ser más reflexivos,
capaces de interiorizar y re-situar nuestros valores, más dueños de nuestra
realidad humana y limitada.
Este sentimiento, como ocurre con
muchos otros, puede derivar en otros. Por ejemplo, una persona puede sentirse
triste por la muerte de un ser querido y al mismo tiempo experimentar culpa al
pensar en cosas que hubiera querido decir o hacer con
esa persona, viéndose indigna, malvada, cruel, llena de reproches.
Si la tristeza es
excesiva puede derivar en una situación de ausencia de significado y sentido de
la vida, lo que ocasiona, igual que otros sentimientos, una enfermedad, en este
caso la de la depresión.
A modo de ejercicio
personal, le invitamos a reflexionar acerca del sentimiento de tristeza
completando estas frases y relacionándolas con la vida familiar:
• Cuando me entristezco,
normalmente yo…
• Al manifestar mi
tristeza, me siento…
• La forma que tengo de
manifestar mi tristeza hace que los demás…
• Después de hacer
reaccionado a la tristeza de los demás, me siento…
2. Ansiedad:
La ansiedad es uno de los
sentimientos más incómodos de manejar a nivel de la conducta.
Se trata de esa
experiencia de inquietud y zozobra experimentada con ocasión de una amenaza más
o menos indefinida, cuya fuente se encuentra dentro de uno mismo y resulta
igualmente indefinida y a veces difícil de localizar.
Cuando la fuente se
encuentra fuera de uno, generalmente hablamos de miedo.
Quien la experimenta
suele denominarla como aprehensión, tensión, nerviosismo o también recurre a
sensaciones de orden físico como la opresión en el estómago, irritabilidad,
temblor, dolor de cabeza, palpitaciones…
Tanto el miedo como la
ansiedad, uno ocasionado por fenómenos externos y otra de tipo interno, hablan
de la percepción de amenaza de pérdida o daño inminentes.
Son sentimientos que nos colocan
en estado de alerta, que agudizan nuestros sentidos y estimulan la
concentración del pensamiento para alcanzar una mejor percepción del potencial
peligro.
En ocasiones estos
sentimientos logran la mejor adaptación del sujeto a una situación amenazante
ayudándole a desplegar mejor sus propios recursos para hacerle frente.
Sin embargo, en otros
casos, se vuelven paralizantes, inhibiendo las capacidades de la persona, como
podemos fácilmente ver cuando tene mos que enfrentarnos a un examen, a una entrevista
de trabajo, etc.
Si este sentimiento de
ansiedad se cronifica y adquiere intensidad, con el tiempo puede generar
situaciones de enfermedad, como el caso de las neurosis por ansiedad o neurosis
crónica.
Al igual que hicimos
antes con el sentimiento de tristeza, invitamos a reflexionar durante un rato
en torno a este sentimiento y su implicación en la vida de su familia:
• Cuando me siento ansioso,
normalmente yo…
• Al manifestar mi
ansiedad, me siento…
• La forma en la que
expreso mi ansiedad-miedo, hace que los demás…
• Cuando los demás expresan
miedo o ansiedad, me siento…
3. Rabia:
La rabia o la ira suponen
un sentimiento también muy frecuente en el contexto familiar.
Nos enfadamos, nos indignamos,
sentimos rabia cuando deseamos rechazar algo o sentimos que algo nos hiere
(sobre todo si percibimos que es injustamente) en cualquier ámbito de nuestra
vida.
Se trata de un
sentimiento muy poderoso y que con cierta facilidad puede lograr que nos
“salgamos de nuestras casillas”, de hecho es habitual encontrarlo en buena
parte de las discusiones entre padres e hijos así como entre hermanos o en la
pareja.
Suele manifestarse en
reacciones de agresividad, que pueden o no ir dirigidas a quien causó el
sentimiento.
Otras veces genera en
quien lo padece el sentimiento de culpa, por considerarse malvado y forjar una
visión negativa de sí mismo, especialmente si el sentimiento ha desencadenado
una reacción muy agresiva hacia otra persona.
Quizá más en este
sentimiento que en los citados anteriormente, por la dificultad que entraña, el
primer paso sea el reconocer que lo experimentamos, ya que sólo de este modo
podremos avanzar hacia su manejo asertivo o adecuado a la situación.
Trabajemos pues con este
nuevo sentimiento, imaginando nuestra familia, ayudándonos de estas frases:
• Experimento rabia,
especialmente cuando…
• Cuando me enfado,
normalmente yo…
• Al manifestar mi
agresividad, me siento…
• La forma en la que
manifiesto mi rabia-ira, hace que los demás…
• Cuando los demás
manifiestan rabia o agresividad, me siento…
Con el fin de seguir
familiarizándonos con términos que definen sentimientos, presentamos a
continuación una tabla con algunos de ellos, agrupados por categorías:
FELIZ
|
TRISTE
|
ENFADADO
|
ASUSTADO
|
Eufórico
Radiante
Entusiasmado
Alegre
Exaltado
Gozoso
Contento
Satisfecho
Orgulloso
|
Desesperado
Deprimido
Destruido
Afligido
Amargado
Desolado
Desmoralizado
Desalentado
Apático
|
Furioso
Exacerbado
Encolerizado
Airado
Irritado
Agresivo
Crispado
Fastidiado
Molesto
|
Aterrorizado
Turbado
Angustiado
Atemorizado
Inseguro
Ansioso
Temeroso
Disgustado
Intimidado
|
CONFUSO
|
FUERTE
|
FRUSTRADO
|
DEBIL
|
Aturdido
Desconcertado
Estupefacto
Atontado
Desorientado
Pasmado
Perplejo
Dubitativo
Incómodo
|
Potente
Poderoso
Vigoroso
Enérgico
Capaz
Decidido
Seguro
Optimista
Firme
|
Culpable
Amargado
Resentido
Avergonzado
Nostálgico
Humillado
Insatisfecho
Defraudado
Engañado
|
Impotente
Oprimido
Vacío
Inseguro
Vulnerable
Indeciso
Incierto
Vacilante
Humillado
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