jueves, 14 de marzo de 2013

PONER NOMBRE A LOS SENTIMIENTOS


Poniendo nombre a los sentimientos
 

La dimensión emocional forma parte del día a día de todos, tanto es así que con frecuencia tratamos de expresar y compartir nuestros estados internos o sensaciones, sin saber muy bien cómo hacerlo.

 
Con demasiada frecuencia también, resultamos torpes o pobres a la hora de expresar  adecuadamente los sentimientos, limitándonos a decir estoy bien, mal, regular, o expresiones como esto me ha afectado poco, significa mucho para mi, no me deja indiferente… 

En otros casos, somatizamos la expresión de sentimientos con explicaciones del tipo tengo un nudo en la garganta, se me encoje el corazón, estoy paralizado.... 

Todas estas expresiones, lejos de aproximarnos a la identificación del mundo de nuestras emociones, las difuminan en vocablos ambiguos y poco precisos, que impiden tomar conciencia y expresarnos como en verdad querríamos hacer. 

De hecho, cuando una persona expresa estar mal, puede encerrar tras de sí sentimientos tan variados como la tristeza, la rabia, la preocupación, el enojo, la envidia, los celos, la apatía, la desolación, la desesperanza….y al mismo tiempo una persona que dice sentirse bien puede abrazar sentimientos de satisfacción, orgullo, alegría, alivio, regocijo, esperanza, seguridad… 

La inteligencia emocional propone la riqueza de vocabulario a la hora de expresar cómo nos sentimos. Cuanto más próximos estemos en la definición de un sentimiento, mejor será la conciencia que de éste logremos, y por tanto, más probabilidad habrá de gestionarlo de manera saludable en la relación con uno mismo y con otras personas. 

Vamos a ver a continuación algunos de los sentimientos más habituales, ahondando brevemente en su significado y tratando que nos puedan servir para enriquecer la descripción que de ellos hacemos en nuestra vida. 

1.    Tristeza: 

La tristeza es uno de los sentimientos más frecuentes, normalmente ocasionado por la pérdida de algo o de alguien importante y significativo. Sentirse triste nos permite identificar aquellas cosas o personas que son más importantes en nuestra vida. 

Muchas veces asociamos la tristeza con el dolor, que en realidad tendría una connotación más física, decimos esto me duele o me hiere, simbolizando la tristeza con la aparición de una herida, generalmente localizada en el corazón y que tiene la particularidad de sangrar y manifestarse a través del llanto.

Reconocer el sentimiento de tristeza, más allá de mostrarnos nuestra propia vulnerabilidad y desvalimiento al constatar la pérdida de algo querido, puede ayudarnos a ser más reflexivos, capaces de interiorizar y re-situar nuestros valores, más dueños de nuestra realidad humana y limitada.

Este sentimiento, como ocurre con muchos otros, puede derivar en otros. Por ejemplo, una persona puede sentirse triste por la muerte de un ser querido y al mismo tiempo experimentar culpa al pensar en cosas que hubiera querido decir o hacer con esa persona, viéndose indigna, malvada, cruel, llena de reproches. 

Si la tristeza es excesiva puede derivar en una situación de ausencia de significado y sentido de la vida, lo que ocasiona, igual que otros sentimientos, una enfermedad, en este caso la de la depresión.

A modo de ejercicio personal, le invitamos a reflexionar acerca del sentimiento de tristeza completando estas frases y relacionándolas con la vida familiar: 

Me siento especialmente triste cuando… 

Cuando me entristezco, normalmente yo… 

Al manifestar mi tristeza, me siento… 

La forma que tengo de manifestar mi tristeza hace que los demás… 

Después de hacer reaccionado a la tristeza de los demás, me siento… 

2.    Ansiedad:

La ansiedad es uno de los sentimientos más incómodos de manejar a nivel de la conducta. 

Se trata de esa experiencia de inquietud y zozobra experimentada con ocasión de una amenaza más o menos indefinida, cuya fuente se encuentra dentro de uno mismo y resulta igualmente indefinida y a veces difícil de localizar.

Cuando la fuente se encuentra fuera de uno, generalmente hablamos de miedo.

Quien la experimenta suele denominarla como aprehensión, tensión, nerviosismo o también recurre a sensaciones de orden físico como la opresión en el estómago, irritabilidad, temblor, dolor de cabeza, palpitaciones… 

Tanto el miedo como la ansiedad, uno ocasionado por fenómenos externos y otra de tipo interno, hablan de la percepción de amenaza de pérdida o daño inminentes. 

Son sentimientos que nos colocan en estado de alerta, que agudizan nuestros sentidos y estimulan la concentración del pensamiento para alcanzar una mejor percepción del potencial peligro. 

En ocasiones estos sentimientos logran la mejor adaptación del sujeto a una situación amenazante ayudándole a desplegar mejor sus propios recursos para hacerle frente. 

Sin embargo, en otros casos, se vuelven paralizantes, inhibiendo las capacidades de la persona, como podemos fácilmente ver cuando tene mos que enfrentarnos a un examen, a una entrevista de trabajo, etc.

Si este sentimiento de ansiedad se cronifica y adquiere intensidad, con el tiempo puede generar situaciones de enfermedad, como el caso de las neurosis por ansiedad o neurosis crónica. 

Al igual que hicimos antes con el sentimiento de tristeza, invitamos a reflexionar durante un rato en torno a este sentimiento y su implicación en la vida de su familia: 

Experimento miedo o ansiedad especialmente cuando… 

Cuando me siento ansioso, normalmente yo…

Al manifestar mi ansiedad, me siento…

La forma en la que expreso mi ansiedad-miedo, hace que los demás… 

Cuando los demás expresan miedo o ansiedad, me siento… 

3.    Rabia: 

La rabia o la ira suponen un sentimiento también muy frecuente en el contexto familiar. 

Nos enfadamos, nos indignamos, sentimos rabia cuando deseamos rechazar algo o sentimos que algo nos hiere (sobre todo si percibimos que es injustamente) en cualquier ámbito de nuestra vida. 

Se trata de un sentimiento muy poderoso y que con cierta facilidad puede lograr que nos “salgamos de nuestras casillas”, de hecho es habitual encontrarlo en buena parte de las discusiones entre padres e hijos así como entre hermanos o en la pareja.  

Suele manifestarse en reacciones de agresividad, que pueden o no ir dirigidas a quien causó el sentimiento. 

Otras veces genera en quien lo padece el sentimiento de culpa, por considerarse malvado y forjar una visión negativa de sí mismo, especialmente si el sentimiento ha desencadenado una reacción muy agresiva hacia otra persona. 

Quizá más en este sentimiento que en los citados anteriormente, por la dificultad que entraña, el primer paso sea el reconocer que lo experimentamos, ya que sólo de este modo podremos avanzar hacia su manejo asertivo o adecuado a la situación. 

Trabajemos pues con este nuevo sentimiento, imaginando nuestra familia, ayudándonos de estas frases: 

Experimento rabia, especialmente cuando… 

Cuando me enfado, normalmente yo… 

Al manifestar mi agresividad, me siento… 

La forma en la que manifiesto mi rabia-ira, hace que los demás… 

Cuando los demás manifiestan rabia o agresividad, me siento… 

Con el fin de seguir familiarizándonos con términos que definen sentimientos, presentamos a continuación una tabla con algunos de ellos, agrupados por categorías:
 

FELIZ
TRISTE
ENFADADO
ASUSTADO
Eufórico
Radiante
Entusiasmado
Alegre
Exaltado
Gozoso
Contento
Satisfecho
Orgulloso
 
Desesperado
Deprimido
Destruido
Afligido
Amargado
Desolado
Desmoralizado
Desalentado
Apático
 
Furioso
Exacerbado
Encolerizado
Airado
Irritado
Agresivo
Crispado
Fastidiado
Molesto
 
Aterrorizado
Turbado
Angustiado
Atemorizado
Inseguro
Ansioso
Temeroso
Disgustado
Intimidado

 

CONFUSO
FUERTE
FRUSTRADO
DEBIL
Aturdido
Desconcertado
Estupefacto
Atontado
Desorientado
Pasmado
Perplejo
Dubitativo
Incómodo
 
Potente
Poderoso
Vigoroso
Enérgico
Capaz
Decidido
Seguro
Optimista
Firme
 
Culpable
Amargado
Resentido
Avergonzado
Nostálgico
Humillado
Insatisfecho
Defraudado
Engañado
 
Impotente
Oprimido
Vacío
Inseguro
Vulnerable
Indeciso
Incierto
Vacilante
Humillado
 

 Que os sirva de aprendizaje.

coachmikel@hotmail.es