ESTABLEZCAMOS LOS LÍMITES CON RESPETO A LOS NIÑOS
El tema de la disciplina, los límites y la
obediencia sin duda nos trae de cabeza a los padres. En nuestro día a día en la
consulta nos encontramos con este tema continuamente. Es habitual afirmaciones
como si antes no ocurría esto, que los niños no obedecen,
que si en nuestros tiempos no era así…
Me gustaría dice
Raquel Huescar poder realizar
una reflexión cuidadosa sobre la disciplina. Se me ocurren mil preguntas,
¿nuestras expectativas son ajustadas con respecto a los niños, a lo que son
capaces de hacer o no? ¿realmente un niño puede “obedecer” a los padres a
pies juntillas? ¿Y sería positivo para su desarrollo? ¿Los límites son
necesarios? ¿Cómo establecerlos de forma razonable? Un sinfín de preguntas a
las que vamos a intentar responder desde nuestra posición. Agradecemos tus
comentarios si no estás de acuerdo y, por supuesto, también si lo estás:
1)
Los niños necesitan un entorno
predecible, en el que se incluyan rutinas. Pues bien, la mayoría de comportamientos como rabietas o
negativismo se pueden PREVENIR.
Es importante saber qué puede y qué no puede hacer un niño según la edad. Un
niño de dos años por ejemplo, podrá estar sentado poco tiempo. Por su nivel de
desarrollo necesita movimiento, exploración… Su atención es limitada. Por lo
tanto, imaginaos, que lo llevo al cine. ¿Qué ocurrirá?
¿Es desobediente? Evidentemente no, es que no está preparado para esa
actividad. O cuando de repente recojo a mi hija y la llevo toda la tarde
de compras al centro comercial, sin dejar que se pare en el parque, ¿pero cómo
no va a protestar? Todos tenemos obligaciones que hacer, pero a veces no somos
conscientes de la cantidad de cosas que le pedimos a los niños sin estar
preparados para ello.
2)
¿Aprendemos con los castigos? Pues fíjate, lo que nos hace aprender son las CONSECUENCIAS DE NUESTROS COMPORTAMIENTOS
Fíjate, vamos a pensarlo con calma. La vida une determinados comportamientos de
forma natural con otros. Hay cosas que hago que me hacen sentir bien y otras,
por el contrario, no acaban del todo por gustarme, lo que produce que tienda a
repetir o no, que aprenda. Pues bien, si hemos establecido ciertas rutinas, el
hecho de experimentar de forma natural que “si no cumplo esto me quedo sin esto
otro” “si hago esto obtengo esto otro de forma natural” es mucho más efectivo y
tiene menos consecuencias emocionales negativas que los castigos. A mi hija por
ejemplo le chiflan los cuentos, podría estar horas y horas con ellos. Después
de cenar siempre nos sentamos con varios para leérselos. Y después va a la cama
y toma su vaso de leche. Le encanta esta rutina. Pues bien, cuando se niega a
cenar porque la comida no le gusta del todo, o de repente está más alterada y
no quiere sentarse, sabe que con tranquilidad (muy importante estar calmados
para esto) irá a la cama sin cuento ni leche. Creedme, es muy efectivo. Al fin
y al cabo, la vida es limitación.
Es condición de la vida para todos, para los niños también. La mayoría de las
normas claras y razonables sirven para proteger y mantener un entorno relajado, así que los niños se
verán beneficiados y les ofrecerá SEGURIDAD.
Os recomiendo un magnífico libro de Rebeca Wild, Libertad
y límites. Amor y respeto; donde
podréis aprender muchísimo de la importancia de este tema.
3)
LA IMPORTANCIA DEL TONO DE VOZ Y
LA EXPRESIÓN. Muchas familias
acaban chillando todo el día detrás del niño (que recojas, ven aquí, no te
distraigas, que te manchas, ponte a estudiar… Os suena, ¿eh? Utilizar un
tono de voz adecuado es fundamental, SERIO, pero no enfadado, FIRME, pero en
tono de voz bajo, sin gritar. ¿Y qué pasa si protesta o llora? Pues déjalo que
lo haga, está en todo su derecho a expresar
sus emociones ante las consecuencias. En el ejemplo que os puse antes,
cuando a un niño se le dice con calma, no pasa nada cariño, no cenes (o has
tirado el plato), vete a la cama sin cuento ni leche… Es muy posible que
proteste, ¡pues claro! Permítele hacerlo, está en su derecho y lo necesita.
Poco a poco irá canalizando esas emociones, identificándolas, poniéndoles
nombre e intentando calmarse. Sería poco respetuoso e inefectivo
reprenderle en ese momento. Ten en cuenta también que cada uno lo hará
con su propio estilo de personalidad y de paternidad.
4) NUESTRO AMOR ES INCONDICIONAL. Y eso
hay que dejarlo claro. No podemos jugar a que ya no te quiero si haces, si
no lo haces como yo digo entonces no te quiero, me enfado y no te quiero porque
haces esto así o asá. El riesgo es que nuestros hijos crezcan con una baja
autoestima, resentimiento y vergüenza.
Pero fijaos,
algo más sobre esto. A los hijos no hay que enseñarlos a cómo pensar y no tanto a qué pensar. En los años 60
Milgram en la universidad de Yale realizó un experimento sobre la obediencia a la autoridad. Sería largo
de explicar pero los resultados fueron sorprendentes. La mayoría de las
personas que participaron fueron capaces de infringir dolor a otras personas
(era simulado a través de descargas eléctricas, aunque ellos no lo sabían)
porque una persona que parecía muy importante se lo demandaba. Incluso la
simulación en algunos casos les llevaba a la muerte. ¿Es lo que queremos para
nuestros hijos? ¿Queremos que se conviertan en adultos sumisos o en
personas asertivas capaces de defender sus opiniones? Ser un niño/a de los
llamados “bueninos”, que no dan que hacer, que parece que no están, que se
adaptan… ha de hacerte pensar si están ocupando en exceso el papel que nosotros
como padres esperamos de ellos y no tanto su verdadera personalidad como hijos.
Lo que los
niños necesitan de nosotros son límites
claros (pocos y bien definidos), expectativas
realistas y cierta libertad de
movimientos que les permita explorar, experimentar… vivir. Les ayudará a
formarse como personas capaces de pensar y formar sus propias opiniones.