CONDUCTA
ADOLESCENTE-FAMILIA-BARRIO-ESCUELA
En mi trabajo como Coach de Familia he ido
observando la importancia del entorno geográfico dónde se mueve el
adolescente y su familia; la importancia
de su conocimiento a la hora de resolver los problemas y conflictos que se
generan en el ámbito familiar, individual, escolar o social del Adolescente.
En el trabajo con adolescentes conflictivos, de
entre 12-17 años (en algunos casos hasta los 21 años) mi trabajo se inicia con
una introspección de la familia en general (padres, hermanos, abuelos). Una vez
observado y reflexionado sobre las fortalezas y debilidades de la familia, debo
de acudir a adentrarme en las características socio-demográficas de los grupos
en que se integra el adolescente, para terminar en el aula como tercer factor
determinante de su conducta.
Mi trabajo, por tanto como entrenador familiar lo
dirijo hacia las tres unidades de desarrollo del niño o adolescente:
- La Familia como entorno primario.
- El Barrio como entorno socio-demográfico.
- El colegio como entorno educativo.
En el periodo de la adolescencia, momento en que se
comienza a salir del nido, el individuo comienza a desarrollar su actividad
social y acude al barrio donde habita y están sus amistades comenzando a
identificarse con el grupo.
La labor del Coach de familia debe de salirse del
concreto círculo familiar y moverse en el entorno social del joven.
Es interesante que el Coach de Familia y personal
trabaje con los centros sociales de los barrios para tratar y desarrollar dinámicas
y talleres para jóvenes y padres, conocer sus objetivos, sus motivaciones,
inculcarles valores, hacer que aumenten su autoestima, que sean mejores hijos,
vecinos, compañeros, personas más felices en definitiva. Que descubran en grupo
sus creencias limitantes, sus debilidades y fortalezas.............................
Enrique Gracia, María C. Fuentes y Fernando García
(Universidad de Valencia – España) en su artículo-estudio sobre “Barrios de
Riesgo, Estilos de Socialización Parental y Problemas de Conducta en
Adolescentes” llegan a las siguientes
conclusiones en su trabajo: “Este artículo tiene como objetivo analizar la
influencia de los estilos parentales de socialización (autoritario,
autorizativo, indulgente y negligente) y el nivel de riesgo percibido en el
barrio en tres indicadores de problemas de conducta en la adolescencia
(conducta escolar disruptiva, delincuencia y consumo de sustancias). La muestra
está compuesta por 1.017 adolescentes, con edades comprendidas entre los 12 y
17 años. Los resultados obtenidos a partir de cuatro diseños factoriales
multivariados revelaron únicamente efectos principales de los estilos
parentales y del nivel de riesgo percibido en el barrio. Los adolescentes de
padres indulgentes y autorizativos presentaron menores problemas de conducta
que los hijos de padres autoritarios y negligentes. Asimismo, los mayores
niveles de riesgo percibido en el barrio se asociaron significativamente a un
mayor número de problemas conductuales. No se observaron efectos de interacción
significativos entre los estilos parentales y la percepción de riesgo en el
barrio, aunque sí se obtuvo una interacción significativa entre la percepción
de riesgo y el sexo. En general, los resultados obtenidos no permiten afirmar
que los estilos de socialización sean más efectivos en unas condiciones de
riesgo que en otras, y sugieren que los entornos residenciales de riesgo
influyen negativamente en el ajuste psicosocial de los adolescentes más allá de
la influencia de los estilos parentales de socialización”.
Mi trabajo de campo con familias, de entrenador de
familias y estando totalmente de acuerdo con el anterior trabajo, estracto las
siguientes conclusiones que muchos podemos hacer como nuestras al observar
nuestro entorno. Voy a analizar los
efectos principales y de interacción de los estilos parentales de socialización
y del riesgo percibido en el barrio en tres indicadores de problemas de conducta
en la adolescencia (conducta escolar disruptiva (indisciplina), delincuencia y
consumo de sustancias). Para evaluar la conducta parental se utiliza el modelo
de socialización de dos dimensiones y cuatro tipologías (autoritario,
autorizativo, indulgente y negligente). Asimismo, para la evaluación del nivel
de riesgo en el barrio, se utiliza una perspectiva subjetiva basada en las
percepciones de los adolescentes.
Pretendo responder principalmente
a dos preguntas:
1.-¿son los vecindarios de
riesgo y los estilos parentales de socialización predictores independientes del
ajuste conductual de los adolescentes, o son los estilos parentales una
variable mediadora de la influencia de los vecindarios de riesgo en el ajuste
conductual?;
2 ¿es la percepción de riesgo
en el barrio una variable moderadora de la relación entre los estilos
parentales y el ajuste óptimo de los adolescentes? En otros términos, ¿son
algunos estilos parentales mejores en un tipo de barrio que en otro dependiendo
de su nivel de riesgo? (que el estilo autoritario se asociará con mejores resultados
de la socialización en un barrio de alto riesgo, pero no en uno de bajo
riesgo).
Para estudiar estas
relaciones, hay que tener en cuenta un conjunto de variables socio-demográficas:
- edad de los adolescentes,
- sexo,
- estructura familiar y
- nivel educativo de los
padres
que son potencialmente
relevantes.
Así, por ejemplo, se ha
considerado que la influencia de las características de los barrios se produce
a través de su influencia en la conducta parental durante la infancia y que sus
efectos son más directos a medida que se incrementa la edad, al ser mayor la
exposición a las características negativas de los barrios como la violencia o delincuencia.
En este sentido, el rango de
edad (edades comprendidas entre los 12 y los 17 años), permite explorar las
posibles diferencias entre la adolescencia temprana y tardía. El género también
puede afectar a las influencias de las características de los barrios en la
conducta. Sin embargo, no puede
asumirse que esta influencia afecte de la misma manera a los chicos que a las
chicas -el efecto de la influencia del barrio parece ser mayor para los chicos-.
La posibilidad de diferencias en la conducta parental entre chicos y chicas en
barrios con mayor riesgo, reduce la exposición a factores negativos de las
chicas e incrementando la de los chicos.
También hay que tener en
cuenta la estructura familiar (padres biológicos, otras estructuras) y el nivel
educativo de los padres, puesto que pueden estar asociadas a la disponibilidad de
recursos en la familia. Un número mayor de recursos puede ayudar a proteger a
los adolescentes de las influencias negativas de los vecindarios, determinando,
por ejemplo, el barrio de residencia e influyendo, por tanto, en la percepción
de riesgo.
Con respecto a la primera
pregunta, señalar la importante influencia de los vecindarios de riesgo, en los
problemas de conducta en la adolescencia. Las características de los
vecindarios influyen en diversos ámbitos del ajuste psicosocial de los
adolescentes (bien a través de su influencia en las familias, o de forma
directa través de la exposición a factores como la violencia en el barrio).
Aunque un conjunto de estudios sugieren que la influencia de los vecindarios de
riesgo en el ajuste psicosocial se produce principalmente a través de su
impacto en la conducta parental soy de la opinión de que tanto los vecindarios
de riesgo, como los estilos parentales, contribuyen de forma independiente al
desarrollo de los problemas de conducta en la adolescencia.
Con respecto a la influencia
de los estilos parentales en el ajuste conductual de los hijos adolescentes,
existe un amplio acuerdo en subrayar la centralidad de las variables familiares
en el desarrollo psicosocial de los hijos y, en concreto, existe una extensa
literatura sobre la influencia de los estilos parentales en los problemas de
conducta de los hijos, así como en otras áreas del desarrollo psicosocial.
Destacar el hecho de que los
adolescentes que definen a sus padres como indulgentes o autorizativos fueron
los que presentaron menores problemas de conducta, mientras que los hijos de
padres autoritarios o negligentes son los que presentaron mayores problemas
conductuales.
El efecto negativo de los
barrios de riesgo no se produciría a través de su influencia en los estilos
parentales (según un modelo mediador), sino que es independiente de los mismos.
La respuesta a la segunda
pregunta que planteaba no permite afirmar que algunos estilos de socialización
sean más efectivos en unas condiciones de riesgo que en otras. Es decir, el
hecho de que los estilos autorizativo e indulgente se relacionen con niveles
más bajos de problemas conductuales, y que los estilos autoritario y negligente
se relacionen con los niveles más elevados en los tres indicadores de problemas
conductuales (conducta escolar disruptiva, delincuencia y consumo de
sustancias), no cambia en función del riesgo percibido en el barrio. En otros
términos, los estilos parentales óptimos lo son independientemente de los
niveles de riesgo percibidos en el barrio de residencia. Si bien la relación
entre los estilos parentales y el ajuste se mantiene independientemente de las
condiciones de riesgo en el barrio de residencia, también es cierto que el
riesgo percibido en el barrio influye negativamente en el ajuste del
adolescente independientemente de los estilos de socialización de sus padres.
En este sentido, podemos considerar que, especialmente para los adolescentes
con padres autoritarios y negligentes que tienen un peor ajuste, las
condiciones desfavorables en el barrio de residencia, debido a su influencia
independiente y negativa en el ajuste, añade un factor de riesgo adicional. Por
otra parte, también podría considerarse que en un contexto residencial con
altos niveles de riesgo percibido, los adolescentes con padres autorizativos e
indulgentes, a pesar de mostrar un mayor ajuste en comparación con los estilos
autoritario y negligente, se encontrarían en una situación de desventaja con
respecto a aquellos adolescentes con padres autorizativos e indulgentes pero
con bajos niveles de riesgo percibido en el vecindario. Es decir, también para
estos adolescentes, en condiciones óptimas en términos de estilos parentales
(estilos indulgente y autorizativo), las condiciones negativas del barrio de
residencia añadenan un factor de riesgo.
En relación con la influencia
potencial de las variables socio-demográficas en las relaciones entre estilo
parentales, riesgo percibido en el vecindario y problemas de conducta, es
importante observar la interacción entre las variables sexo y riesgo percibido
en el barrio. Los chicos que percibían un mayor nivel de riesgo en su barrio desarrollan
más los tres indicadores de problemas de conducta:
- conducta disruptiva en el aula,
- delincuencia y
- consumo de drogas.
Sin embargo, esto se observa
en menor medida en las chicas. Aunque las chicas adolescentes expresan en
general un menor número de problemas de conducta que los chicos, la influencia
del riesgo percibido en el vecindario no es la misma para los chicos que para
las chicas. Es más probable que un entorno residencial problemático impacte de
forma más negativa en los chicos que en las chicas. Una posible explicación a
esta relación es que los chicos tienden a tener más compañeros de juego en el
vecindario, tienden a jugar más fuera de casa y se sienten más identificados
con el barrio donde residen.
Una de las causas de estas
diferencias chicos-chicas puede encontrarse en el hecho de que los padres traten de forma
diferente a los hijos y a las hijas, o bien, según el nivel de riesgo
percibido, traten de forma diferencial a los chicos y a las chicas. Otra
explicación podría encontrarse, en el contexto del retraso generalizado en la
aparición de problemas de conducta en las chicas, con respecto a los chicos,
propuesto por Frick. Estos son aspectos que merecen, no obstante, una mayor
atención puesto que los mecanismos que explican estas diferencias de género son
todavía poco comprendidos.
Con respecto a las demás
variables socio-demográficas se observan unos mayores niveles de problemas de
conducta entre los adolescentes de mayor edad, así como entre los adolescentes
cuyos padres tienen un menor nivel educativo. Con respecto a la estructura
familiar se observa un mayor nivel de conductas disruptivas en el aula entre
los adolescentes que no viven con ambos padres biológicos.
Habrá que centrarse en las
condiciones de riesgo en el barrio evaluadas a partir de las percepciones de
los adolescentes de la presencia de diversas conductas violentas en el barrio (discusiones
violentas, peleas entre bandas, agresiones sexuales o asaltos a casas), y se
observa cómo una elevada percepción de riesgo se relacionaba con mayores
problemas de conducta. Los efectos de la exposición a la violencia en el barrio
de residencia afectan a los niños y adolescentes a través de diversos procesos
que se pueden sintetizar en seis:
- alteración del desarrollo
de la empatía hacia los otros,
- un incremento en la
frustración y la ira al carecer de control sobre estos eventos estresantes,
- el aprendizaje de nuevas conductas
agresivas o violentas,
- la aceptación de la agresión
como una recurso habitual para la resolución de problemas,
- la facilitación de la
desinhibición de las respuestas violentas, y
- promoviendo una
desensibilización generalizada hacia las consecuencias de las conductas antisociales.
Más allá de estos posibles
mecanismos explicativos, el corpus teórico acumulado en la larga tradición de
investigación sobre los efectos del barrio de residencia en el ajuste
psicosocial de niños y adolescentes ofrece diversos modelos teóricos
explicativos del efecto de las condiciones negativas de los barrios de
residencia en el ajuste psicosocial de niños y adolescentes.
En general, los resultados
obtenidos en los estudios sobre el tema, subrayan el hecho de que más allá de
la influencia de variables individuales (sexo, edad, nivel educativo de los
padres), y familiares (estilos parentales de socialización), las características
de los entornos residenciales que rodean a las familias (el nivel de riesgo
percibido en el barrio) constituyen asimismo un importante factor en el
desarrollo y ajuste de los adolescentes.
En este sentido, tenemos que trabajar en dos
ámbitos:
- la socialización parental y
- los efectos de las
características de los vecindarios.
Desde el punto de vista de
las implicaciones para la intervención, estos resultados apoyan la idea de que
en un período fundamental del desarrollo humano como es la adolescencia, además
de la importancia que tienen las estrategias de intervención para reducir los
factores de riesgo del desarrollo psicosocial en el nivel individual y
familiar, los entornos residenciales en los que el individuo y las familias se
encuentran inmersos también pueden constituir un factor de riesgo que amenaza
el ajuste del adolescente y que, por tanto, hay que incorporar en las estrategias
de intervención y prevención del riesgo psicosocial.
Hay que trabajar en la
comprensión de la influencia conjunta de las variables familiares y del contexto
residencial en el desarrollo psicosocial de los adolescentes. La combinación de
medidas objetivas y subjetivas, la incorporación de otras características y
procesos en los vecindarios (características estructurales y culturales,
eficacia colectiva, etc.), la incorporación de otras fuentes de influencia como
los iguales, permiten conocer mejor el funcionamiento de los predictores
individuales, familiares y contextuales del ajuste psicosocial de niños y
adolescentes.
En este contexto el Coach de
Familia desarrolla una muy importante función en cuanto trabaja como un igual
con los grupos, un acompañante, un guía de vida, para que el adolescente se descubra
y sea feliz eliminando todos aquellos comportamientos y conductas que le son
nocivas; pero este trabajo se tiene que desarrollar implicando a todos en el
proceso de cambio (familia, educadores, amigos (grupo). El adolescente además debe de conocer la
máxima que dice “si quieres cambiar tu mundo el primero que debes cambiar eres
tú”.
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