Los
problemas de adicciones: drogas, alcohol, otros
Aplicaciones
de la inteligencia emocional
ACTUACIÓN
DE COACH DE FAMILIA
En
primer lugar dejar claro que la inteligencia emocional no es la panacea con la
que abordar todos y cada uno de los problemas que tienen lugar en la familia, sin embargo, sí
que puede resultar de utilidad como
complemento a otras formas de intervención profesional, como ocurre en
los problemas de adicción a alcohol, drogas u otros. Cualquier conducta normal
placentera es susceptible de
convertirse en un comportamiento adictivo, siendo los componentes fundamentales
de los trastornos adictivos la pérdida de control y la dependencia, aspectos
estrechamente relacionados con la inteligencia emocional que como Coach de Familia utilizamos como
herramienta.
Para
Griffiths cualquier comportamiento que cumpla estos seis criterios será
definido inicialmente como adicción:
SALIENCIA: Actividad particular que se
convierte en la más importante en la vida del individuo y domina sus pensamientos,
sentimientos y conducta.
MODIFICACION DEL HUMOS: Experiencias subjetivas que
la gente experimenta como consecuencia de implicarse en la actividad.
TOLERANCIA: Proceso por el cual se
requiere incrementar la cantidad de una actividad particular para lograr los
efectos anteriores.
SINDROME DE ABSTINENCIA: Estados emocionales
desagradables y/o efectos físicos que ocurren cuando una actividad particular
es interrumpida o repentinamente reducida.
CONFLICTOS: Se refiere a los conflictos
que se desarrollan entre el adicto y aquellos que le rodean (conflicto
interpersonal), conflictos con otras actividades (trabajo, vida social,
intereses, aficiones), o dentro de los propios individuos (conflicto
intrapsíquico) que están involucrados con la actividad particular.
RECAIDA: Es la tendencia a volver a
los patrones tempranos de la actividad, restaurando incluso los patrones más
extremos de la adicción tras muchos años de abstinencia o control.
Puede
decirse que lo importante en la adicción no es la actividad concreta que genera
la dependencia, sino la relación que se establece con ella. Es una relación
negativa, incluso destructiva que el sujeto se muestra incapaz de controlar y
para ello la presencia del Coach de familia como guía y colaborador de la
familia para tratar de sacar de cada uno lo mejor, descubrir las debilidades y
potenciar las fortalezas.
Sabiendo
que los factores que convierten a una persona en un adicto son de tipo personal
y social, así como propios de la sustancia u objeto de la adicción, podemos
encontrar la utilidad de la inteligencia emocional en el campo de la prevención,
de ahí muchas veces la importancia del Coach de familia como sujeto miembro
externo de la familia que ayuda a descubrir las amenazas y corregirlas antes de
que surjan.
Por
una parte, porque promover el manejo de las emociones incómodas o molestas y su
reconducción hacia conductas más deseadas por el sujeto, puede suponer un
cambio radical en el estilo de afrontamiento de las situaciones difíciles,
evitando la alternativa rápida y comprometida del consumo de sustancias o
adicciones de cualquier tipo.
Por
otra, porque la introspección y autoconocimiento impulsados por la inteligencia
emocional servirán a la persona para conocer mejor sus capacidades y
dificultades; la introspección y autoconocimiento en muchas ocasiones para
descubrirlo, reflexionar y aplicarlo necesita de un experto que provoque a los
sujetos implicados para conseguirlo; este experto es el Coach de familia .
La
persona que se conoce mejor, es más dueña de sí misma, más capaz de tomar
decisiones responsables, más consciente también de la renuncia que supone el
desarrollar conductas contrarias a las deseadas (por la coacción del grupo o la
curiosidad).
Promover
la inteligencia emocional en nuestros hijos es sin duda un factor protector
frente a los problemas de adicción, si bien no es garante de que éstos no vayan
a suceder.
Cuando
estamos hablando de un problema de adicción en un miembro de la familia,
estamos señalando un problema que afecta a toda la familia, sin excepción y en
la mayoría de las ocasiones para afrontarlo se requiere la presencia de un
miembro externo que trabaje con toda la familia y este es el Coach de familia.
Los
padres que son capaces, frente a tan difícil situación, de mantener ciertas dosis
de manejo emocional, empatía y motivación tanto hacia el hijo afectado como
hacia los demás miembros del grupo familiar pueden ayudar enormemente a la
resolución del problema así como a la prevención de otros nuevos.
No
es extraño que al tiempo que uno de los hijos tiene un trastorno de adicción a
sustancias, otro, que no tenía dificultades en ese sentido, comienza a
manifestar conductas de rechazo hacia la familia, llamadas de atención, celos
por la dedicación requerida por el hermano o hermana, etc.
La
sensibilidad por parte de los padres y la expresión de emociones en el núcleo
familiar puede ayudar a evitar problemas y a conseguir una mejor colaboración de
todos para ayudar a quien más lo pueda estar necesitando.
Si
deseas resolver estos problemas y más que surgen en el seno familiar contacta
con un Coach de Familia y descubrirás de lo que eres capaz.
Cristina Muñoz Alustiza (Profesora del Centro de Humanización de la Salud.
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