Capacidad de Aprendizaje en las Personas Mayores
La psicogerontóloga Olga Sanz, nos explica este interesante tema, el cual está en total relación con
el envejecimiento activo.
El aprendizaje en la vejez tiene una
relación muy fuerte con la motivación que la persona mayor
tenga para iniciar una tarea, desarrollar un proyecto o profundizar en un tema.
La La capacidad de aprendizaje que tiene cada individuo
está directamente relacionada con su capacidad intelectual y otros factores,
entre los cuales destacan los motivacionales. Existen en la actualidad
demasiados tópicos, sin duda erróneos, sobre el envejecimiento y uno de
estos tópicos es que al alcanzar una cierta edad una persona es “demasiado
mayor para aprender”. Esta sentencia carece de total sentido, más aún cuando la
persona tiene menos de 60 años, pero ¿Qué ocurre con las personas
mayores de sesenta años?
Sucede que su capacidad de aprendizaje continúa siendo
realmente amplia, sobre todo si también se mantienen amplios los factores
motivacionales de que cada uno dispone.
Es posible, sin ninguna duda, aprender la misma clase de
conocimientos y habilidades a los sesenta y cinco años que a los dieciocho. Hay
factores, no obstante, que pueden influir en que se dé un detrimento en el
rendimiento de la persona mayor, como por ejemplo la disminución de la agudeza
sensorial (hipoacusia, déficit de la visión, mayor fatigabilidad, etc); pero
ninguno de estos factores están directamente relacionados con la disminución en
la capacidad de aprendizaje.
Es decir, existen por supuesto ciertas facultades mentales
que sufren el paso del tiempo, como la memoria, la capacidad de concentración y
la agilidad mental, pero son facultades que pueden compensarse, por ejemplo,
con una alta motivación y un gran interés hacia la tarea.
¿Qué es la motivación y por qué es tan importante?:
La motivación es el deseo constante de superación. La motivación es intrínseca
cuando la persona fija su interés en el hecho de realizar una actividad por el
placer y la satisfacción que experimenta mientras aprende, explora o trata de
entender algo nuevo.
De hecho, diversos estudios al respecto han demostrado que
las personas de edad avanzada son capaces de obtener niveles de conocimiento
iguales o mayores que los de las personas más jóvenes si disponen de una alta
motivación para ello.
Se ha visto que un factor definitivo y concluyente parece
ser el uso de estrategias de aprendizaje diferentes para las personas mayores,
como por ejemplo el hecho de no tener tanto en cuenta la rapidez en la tarea,
sino la calidad y el propio disfrute de la misma.
Así pues, resulta maravilloso ver como una persona mayor
estudia con mucho interés y constancia una lengua extranjera, o es capaz de
interesarse apasionadamente por áreas tan variadas como la teología, o en el deporte (no
solo físico sino también mental , como el ajedrez), la historia, la música, la pintura,
la geografía, el bricolaje, la cerámica, el turismo, etc.
Es responsabilidad de todos fomentar que nuestros mayores
realicen estas y otras actividades, pues es bien sabido que una de las mejores
formas de envejecer consiste en iniciar el aprendizaje de una nueva tarea que
abra la curiosidad hacia otros horizontes.
Interesarse por aprender cosas nuevas en esta edad es el
mejor modo sin duda alguna de luchar contra los sentimientos de soledad y
contra el aislamiento; es la forma de demostrarse a uno mismo que aún queda
mucho por hacer y que la finalidad de sus actividades ya no están, por suerte,
en la obligación de aprobar una asignatura o en la necesidad de sacar unas
oposiciones o de obtener un ascenso, sino en el propio “saber por saber”, en el
disfrute de “aprender porque disfruto aprendiendo, porque me interesa esta
actividad de forma personal”.
La participación activa en actividades culturales resulta
fundamental para mantener una buena capacidad intelectual. La mente debe
ser ejercitada del mismo modo que el cuerpo. La inteligencia de una persona no
se detiene a ninguna edad determinada. Factores individuales como la
creatividad y la curiosidad del ser humano pueden y deben seguir
desarrollándose siempre.
Diversos estudios realizados con personas mayores han puesto
de manifiesto que si la persona se rodea de un ambiente estimulante y tiene a
su alcance la posibilidad de realizar actividades que resulten de su agrado e
interés, es posible y muy probable no solo que aumenten sus facultades
cognitivas (mentales) sino que aumente también el sentimiento de gratificación
personal y con él la calidad de vida percibida.
No existe ninguna duda de que la inactividad física provoca
enfermedades y rigideces musculares que conllevan a un rápido deterioro del
organismo. Esta realidad no se limita sólo al cuerpo, sino también y con una
gran magnitud a las capacidades mentales.
Consecuentemente, la educación y la formación no debe tener
límite de edad, debe ser permanente, ya que es una realidad que a cualquier
edad el ser humano se siente gratificado por el conocimiento “per se”, por el
propio enriquecimiento personal que le aporta interesarse por una materia y
exprimir de ella todo el contenido posible.
Como dijo una vez un sabio “lo interesante del viaje no está
en la llegada sino en el propio camino”…
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